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8 de marzo: un día para reflexionar, no para celebrar por Virginia Pamela Ruarte

Históricamente los hechos protagonizados por las mujeres al correr del tiempo han forjado nuestro propio desarrollo en la sociedad. Muchos de ellos asociados a reclamos en su ámbito laboral.

07 de marzo de 2017, 14:56.

imagen 8 de marzo: un día para reflexionar, no para celebrar por Virginia Pamela Ruarte

Un 8 de marzo de 1857, en Nueva York, un grupo de trabajadoras textiles, a las que se las llamo “las garment workers” protestaron en mejora de sus derechos; y más allá de la represión vivida, no se quedaron de brazos cruzados, logrando crear el primer sindicato.

Pero mucho antes, en la antigua Grecia, se inició una huelga sexual contra los varones para poner fin a la guerra. También las parisienses en la Revolución Francesa marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.

La historia nos muestra una constante lucha, de cómo las mujeres hemos tenido que hacernos oír, para lograr una igualdad real y no formal, ya que no es un problema de la mujer, es una cuestión de derechos humanos.

Como dice una canción en su estribillo “somos tan distintos e iguales”, la pregunta, ¿Qué nos hace diferentes? Podría responderse “solo el sexo”. Si uno piensa que la diferencia sexual es la que puede definir para qué son capaces varones y mujeres, no avanzamos en un cambio cultural necesario y las leyes poco servirán para lograrlo.

En la sociedad, las mujeres seguimos siendo invisibilizadas en varios aspectos de la vida. Por más que se sancionen leyes otorgando derechos, las masivas manifestaciones son un claro llamado de atención al Estado, como garante de nuestros derechos.

Si bien han habido cambios importantes, en los últimos dos años nos hemos unido para marchar pidiendo “NI UNA MENOS”, reclamando por el fin de la violencia contra las mujeres, y que no haya más una mujer menos entre nosotras.

Nuestro país ha logrado leyes como la Ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Nos hemos adherido a tratados internacionales, como la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, conocida como Convención Belem Do Para, que destaca esta violencia como una violación de los derechos humanos y libertades fundamentales. También la Convención sobre todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW, que tiene como fin eliminar todas las formas de discriminación contra la mujer, obligando a los

Estados a reformar sus leyes a tal fin. Actualmente cuando se habla de Violencia de Género algunos opinan que es una moda. No lo es. Hemos logrado que ahora se hable más del tema. Pero es una realidad social que siempre existió.

La comúnmente llamada “violencia de género”, es la violencia contra la mujer, en cualquier ámbito de nuestra vida. Si queremos acceder a un trabajo se nos exige cierto estado civil o no tener hijos. También padecemos violencia institucional, en ciertas circunstancias, cuando necesitamos acceder a la justicia; o violencia económica, cuando existe un menoscabo en los recursos económicos y patrimoniales de la mujer. No menos importante es la violencia simbólica, que se da a través de mensajes, iconos, publicidades que transmite desigualdad y discriminación.

Seguramente este 8 de marzo, además de ser una fecha en la que se reafirma la plena participación en condiciones de igualdad de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural; habrá muchas situaciones que recordar y pensar.

No es un día para celebrar, sino para comprender que a pesar de que con el tiempo hubieron cambios de roles en la profesión o en el trabajo, es un camino largo que debemos transitar para desestructurar y desculturizar, hacia la real igualdad de género.

Virginia Pamela Ruarte
Egresada Facultad de Derecho-UNCUYO

 

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