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Argentina a 43 años del golpe: la visión del especialista en Derechos Humanos Juan Pablo Albán

22 de marzo de 2019, 14:11.

imagen Argentina a 43 años del golpe: la visión del especialista en Derechos Humanos Juan Pablo Albán

Hay un aspecto de la argentinidad que resulta simultáneamente fascinante e inspirador, esa resiliencia de la sociedad frente a la violencia e ignominia que se llevaron a decenas de miles de personas durante el terrorismo de Estado y que marcaron para siempre el cuerpo y el alma de otras decenas de miles.  

He tratado durante estas semanas de intenso aprendizaje en Argentina de comprender que conduce, 43 años despues del golpe, a que el pueblo siga movilizándose con tanta determinación frente a la impunidad, cada año de manera más masiva; que lleva al ciudadano ordinario a cerrar filas detrás de las víctimas asumiendo el sufrimiento ajeno como propio; que empuja a los argentinos a levantar una voz colectiva y expresar ese profundo sentimiento de repudio a la injusticia, exigiendo a 35 años del final de la dictadura ya no sólo la aparición con vida de los detenidos desaparecidos, sino el reconocimiento de los derechos de las mujeres, condiciones apropiadas de trabajo para los maestros, respeto para los jubilados, etc.  

Finalmente he arribado a la conclusion de que la solidaridad, la empatía y la compasión por los demás se han vuelto componentes de la idiosincracia argentina, a diferencia de otras sociedades de la región donde la apatía y el quemeimportismo frente a las violaciones de derechos humanos fueron y son la constante.

Tales virtudes no llegan a instalarse en una sociedad de la noche a la mañana, por causa del azar o por buena fortuna. Las organizaciones de derechos humanos encabezadas en su mayoría por las propias víctimas han jugado un rol fundamental desde antes del final de la represión militar: Catalizaron su dolor para convertirlo en lucha.  Es eso lo que a través de más de cuatro décadas ha legitimado su incontestable reclamo y contagiado cada vez a mas personas, inclusive a hijos de los propios represores y a las generaciones que no vivieron el horror del terrorismo de Estado, pues como me dijo Nazareno Bravo, “es una cuestión de sentido común saber que la dictadura nos [les] pasó a todos los argentinos”, en ella se encuentra la raíz de muchos problemas que aun no se han podido superar.  

Esas virtudes las tuvieron también los militantes perseguidos por la dictadura, que ofrendaron sus cuerpos, su libertad, sus vidas, con la ilusión de que otros tuvieran mejores condiciones de existencia.  Son esas mismas virtudes las que explican el terror tan profundo que los movimientos sociales inspiraron en los represores, al punto de pretender borrarlos. Consiguieron precisamente lo contrario.  43 años más tarde ese anhelo social se ha transformado en un movimiento de derechos humanos tan numeroso como la población argentina, se ha transformado en resistencia, en reclamo permanente de justicia, esa que al final, como me dijo Mariú Carrera, “es lo más y lo menos que podemos pedir”.

Buenos Aires, 22 de marzo de 2019  


Juan Pablo Alban (Ecuador), es abogado, master en derecho internacional de los Derechos Humanos por la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos) y candidato a Doctor por esa misma Universidad. Es experto extranjero para las Salas especializadas de la Justicia Especial para la Paz (Colombia). Integró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como Oficial de litigio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ha disertado sobre la temática en Argentina, Bolivia, Peru, Mexico, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Costa Rica, entre otros. Es Profesor Titular (en licencia académica) de la Universidad San Francisco de Quito (Ecuador)

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