Por ello, para esbozar unas palabras sobre esta efeméride, resulta indispensable dedicar un par de ellas a la persona que tuvo la visión y la voluntad de concretar la tan olvidada hermandad humana, en la peor de las situaciones que puede experimentar una persona: la guerra.
Henry Dunant, en la población de Solferino (norte de Italia), fue testigo que una batalla no finalizaba cuando entre los bandos combatientes quedaba, desde el punto de vista militar, un solo triunfador. Por el contrario, las secuelas de la contienda se reflejaban sobre el terreno bélico, donde quedaban tendidos miles de personas heridas, agonizando, esperando que su mejor suerte fuera la llegada de una muerte rápida.
Ante este dantesco escenario, Dunant tuvo la capacidad de observar que estos heridos, justamente eran “personas”, que ya no pertenecían a un bando u a otro; el sentimiento de humanidad debía primar sobre la calidad de (ex) combatientes. Así, Dunant decidió pasar a la acción organizando, junto con los pobladores de la zona, la asistencia a los heridos bajo el lema “todos hermanos”, convenciendo así que dicho auxilio debía prestarse sin diferenciar el bando o nacionalidad del herido.
Estas vivencias fueron recogidas para la posterioridad en el libro “Recuerdo de Solferino” en el cual Dunant buscó describir la barbarie humana en la guerra y testificar acerca de los sufrimientos y abandono de los heridos, para justamente formular ideas y propuestas con el objeto de reducir o paliar dichos padecimientos. Así, este libro se convirtió en un verdadero llamamiento a la acción asistencial en tiempos de guerra que debía ser llevada a cabo por “sociedades nacionales voluntarias de socorros”, las que a su vez debían basarse y apoyarse en “un principio internacional, convencional y sagrado”. Dunant distribuyó su libro entre varios líderes políticos y militares, logrando una amplia recepción positiva a su idea en gran parte de Europa.
Finalmente, “Recuerdo de Solferino” llamó la atención del jurista Gustave Moyner, Presidente de la Sociedad Ginebrina para el Bienestar Público, quien junto a otros miembros de dicha Sociedad (Henri Dufour, Louis Appia y Théodore Maunoir) invitaron a Dunant y formaron un Comité (actual Comité Internacional de la Cruz Roja) para investigar y desarrollar la idea de éste último, logrando como primer éxito que representantes de 16 Estados se reunieran para fijar los lineamientos de la primera Convención de Ginebra para mejorar la suerte que corren los militares heridos de los ejércitos en campaña, que se concretó en 1864, y recomendaron la fundación de sociedades de socorros que contaran con la protección y apoyo de los gobiernos.
Desde este modesto inicio hasta el día de hoy, la Cruz Roja Internacional ha logrado como organización humanitaria una expansión e impronta excepcional, convirtiéndose en un verdadero Movimiento universal compuesto por 190 Sociedades Nacionales -el Dr. Guillermo Rawson fue el fundador en 1880 de la Cruz Roja Argentina-, reunidas bajo la Federación de la Cruz Roja y Media Luna Roja, dirigidas y coordinadas internacionalmente por el Comité Internacional de la Cruz Roja, quien garantiza la independencia, neutralidad e imparcialidad de las intervenciones humanitarias.
Esta organización no solo ha tenido a su cargo la asistencia humanitaria, asistiendo y protegiendo jurídicamente a militares prisioneros, enfermos o heridos, como a los civiles (internados, deportados, refugiados, zonas ocupadas, etc.), e incluso objetos como los hospitales, los transportes sanitarios y los bienes culturales; sino que también es la responsable de la promoción del desarrollo y respeto del Derecho Internacional Humanitario, plasmado fundamentalmente en las Convenciones de Ginebra de 1949 y sus Protocolos I y II de 1977, para conflictos internacionales y no internacionales respectivamente.
A su vez, su acción se ha extendido mucho más de lo que pudo imaginar Henry Dunant, ya que en tiempos de paz también presta asistencia humanitaria en las situaciones de emergencia derivadas de catástrofes naturales o hechos de violencia, como también de las situaciones derivadas de enfermedades (tareas médico sociales).
Actualmente, la Comunidad Internacional continúa poniendo “retos humanitarios” a superar por la Cruz Roja - Siria, Afganistán, Rep. Centroafricana, Sudán del Sur, por nombrar alguna de las situaciones más acuciantes-, que solo mediante el respeto de sus Principios Fundamentales - humanidad, neutralidad, imparcialidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad -, ésta podrá volver a intentar superarlos. Ahora, sin duda que, sin la concientización definitiva de los Estados del debido respeto al Derecho Internacional Humanitario, la lucha de la Cruz Roja por proteger la vida y dignidad del ser humano, resultará mucho más que una epopeya.
Mgter. Jorge Viviant y Bustos
Profesor J.T.P. de la Cátedra de Derecho Internacional Público
Facultad de Derecho - UNCUYO