Ahora bien, como el mundo de lo terrenal carece de dioses, es imposible que las atrocidades cometidas antaño puedan deshacerse por obra de los hombres. Pero, como sí es una realidad que en el mundo de los vivos abundan seres humanos con capacidad de pensar y actuar en consecuencia, es posible que las sociedades puedan evitar barbaries futuras.
A efectos de colaborar en dicho sentido, resulta interesante en el día de la diversidad cultural americana destacar una de las actuales formas de vejación que, sin necesidad de abstracciones remotas de tiempo y lugar, se cometen cotidianamente en nuestro medio: la explotación laboral de amplios sectores de trabajadores rurales denominados golondrina, que, paradójicamente, constituyen sus filas en forma mayoritaria, de esa “diversidad cultural americana” que en el presente día calendario se reivindica.
La conformación de un amplío sector de nuestro elemento rural de trabajo precarizado por parte de los tipos étnicos más puros de nuestro suelo nativo no es nada casual, si tenemos en cuenta que la historia de las cinco centurias a la que referimos anteriormente estructuró un sistema social dentro del cual dicha diversidad cultural fue llamada a cumplir los más sufridos roles y a llevar las más precarias condiciones de existencia que, en gran proporción, le sigue recayendo en suerte actualmente.
Por ello, resulta más constructivo que acentuar la reflexión sobre el antaño, meditar sobre lo que somos hoy, dando cuenta del papel que jugamos como individuos en este escenario, y recapacitando sobre nuestro accionar diario en lo concerniente al respeto de la dignidad de las personas que forman esta “diversa cultura americana”.
Matías Edgardo Pascualotto
Abogado. Magíster en Historia de las Ideas Políticas Argentinas. UNCUYO.