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CUYUM, una experiencia académica que trasciende fronteras

Desde su creación, la Competencia Internacional de Derechos Humanos CUYUM se ha consolidado como una de las iniciativas académicas más significativas impulsadas por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo, posicionándola en el ámbito internacional como un espacio de formación, cooperación y excelencia jurídica. La Dra. Cintia M. Bayardi Martínez, una de las referentes institucionales de este proyecto, recuerda los inicios con emoción y orgullo.

imagen CUYUM, una experiencia académica que trasciende fronteras

- ¿Qué recuerdos tenés de la primera convocatoria de Sandra Casabene para hacerte cargo?

- Recuerdo una mezcla de entusiasmo y vértigo. Sandra Casabene transmitía esa energía contagiosa de los proyectos que nacen con convicción y sentido académico. La primera convocatoria fue más un llamado a soñar que a planificar: imaginar que la Facultad de Derecho podía tener su propia competencia internacional en Derechos Humanos. En ese momento, no teníamos una estructura formal ni precedentes cercanos; solo una idea potente, la certeza de que valía la pena apostar por ella y estudiantes comprometidos y campeones que habían competido y ganado en LA Competencia de DDHH por excelencia American University.

- ¿Cómo es el proceso de organización de las competencias CUYUM?

- Detrás de cada edición hay un año entero de trabajo. Comienza con la definición del caso hipotético, inspirado en situaciones reales y actuales de derechos humanos. Luego viene la etapa de redacción y revisión jurídica, la formación de los equipos académicos, la convocatoria a jueces, y el diseño logístico de las rondas orales. Todo se combina con un enfoque pedagógico: cada instancia está pensada como una experiencia de aprendizaje. CUYUM no es solo una competencia, es un laboratorio formativo que integra docencia, investigación y extensión.

-¿Qué desafíos enfrentaron al coordinar equipos, jueces y participantes de distintos países o provincias?

El principal desafío fue —y sigue siendo— la coordinación intercultural y académica. Los distintos contextos jurídicos, acentos, tradiciones de argumentación o modos de entender el litigio internacional enriquecen mucho, pero también exigen flexibilidad y comunicación constante. Además, en los primeros años, el desafío logístico era enorme: garantizar igualdad de condiciones, traducciones, capacitación de jueces y mantener la seriedad académica. Con el tiempo, la virtualidad y las redes de colaboración ayudaron, pero la clave siempre fue la organización colectiva y el compromiso institucional.

- ¿Qué momentos considerás claves en la historia de CUYUM desde la organización?

- Hay varios hitos. La primera edición en 2016, que marcó el inicio de algo inédito en la región. Luego, la incorporación de universidades extranjeras y la traducción simultánea que transformó a CUYUM en una competencia realmente internacional. Otro momento fundamental fue el paso a la virtualidad durante la pandemia, que obligó a repensarlo todo sin perder la calidad académica. Y más recientemente, la consolidación de las rondas internas formativas, donde los propios ex competidores capacitan a las nuevas generaciones: ese es el espíritu de CUYUM en acción.

- ¿Cómo se logra mantener la esencia académica y, al mismo tiempo, el espíritu competitivo y formativo del evento?

- Esa es la alquimia que define a CUYUM. La competencia motiva, pero el fin último es formativo. Por eso, cada instancia —desde los memoriales hasta las audiencias orales— incluye retroalimentación pedagógica. Los jueces no solo evalúan, sino que orientan; los equipos no solo compiten, sino que aprenden a argumentar con ética, rigor y empatía. El equilibrio se mantiene porque detrás de la competencia hay un equipo docente comprometido con la enseñanza del Derecho desde los derechos humanos.

- ¿Qué significa para la Facultad de Derecho y para la UNCUYO sostener una competencia internacional de estas características?

Significa proyectar su identidad académica más allá de las fronteras. CUYUM muestra una Facultad viva, comprometida con los derechos humanos y con la formación integral de sus estudiantes. Es también una política institucional de internacionalización y vinculación, que coloca a la UNCUYO en diálogo con universidades y organismos internacionales. Cada edición es una muestra de que la universidad pública puede liderar procesos de excelencia, innovación y cooperación.

- ¿Cuáles fueron los aportes que te dejó CUYUM, en lo personal y profesional?

- En lo personal, CUYUM me enseñó el valor del trabajo colectivo, de la perseverancia y del aprendizaje mutuo entre generaciones. En lo profesional, me permitió profundizar en la enseñanza del litigio internacional y en metodologías activas que hoy aplicamos en muchas cátedras. También me regaló una comunidad: docentes, estudiantes y colegas que comparten una misma pasión por el Derecho con sentido humano.

- ¿Qué mensaje le dejarías a quienes hoy participan o lo harán en el futuro?

- A quienes hoy compiten, les diría que aprovechen cada instante. Que estudien, se equivoquen, se animen a defender sus argumentos con convicción y respeto. CUYUM no termina con el veredicto: comienza ahí, en todo lo que queda sembrado para su vida profesional. Y a quienes lo harán en el futuro, los invito a sumarse a una tradición que demuestra que el Derecho también puede enseñarse con entusiasmo, compromiso y humanidad.

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