La heterogeneidad de la Universidad Pública hace que esté plagada de pequeñas grandes historias, en su mayoría lamentablemente anónimas. La de Melisa Vizioli (37) no es una más; su resiliencia, coraje y tenacidad nos dejan un mensaje que sin dudas vale la pena conocer.
Oriunda de Luján de Cuyo, su personalidad hiperactiva la llevó a realizar la escuela secundaria “convencional” , al tiempo que cursaba la escuela de música con el objetivo de estudiar canto lírico. A su vez, desde muy chica tenía una inclinación por las ciencias políticas y la historia, por lo cual el Stand de Derecho de la Expo-Educativa del año 2000 cautivó su atención.
Llegado el momento de optar por una carrera decidió que iba a estudiar ambas: abogacía y canto lírico. “Mi mamá me preguntó si estaba loca, pero luego me acompañó” recuerda entre risas. Luego de ingresar a las dos carreras su vida comenzó a girar en torno a la Universidad, “me levantaba a las 7 de la mañana, cursaba Derecho, comía en el Comedor Universitario y partía a la Escuela de Música, llegaba a mi casa a las 11 de la noche” describe Melisa. Ese gran esfuerzo derivó en que sufriera un surmenage, por lo que le recomendaron suspender por un tiempo ambas carreras. Período que aprovecho para su formación en idiomas “estudié portugués en Filosofía y Letras y se me hizo muy sencillo” relata. Sin dudas su formación musical le ayudó a hablar portugués, italiano e inglés.
La vida a Melisa nunca dejó de ponerle desafíos; en 2009 su abuela materna Maria Esther (Yeya) enfermó, por lo que ella decidió cuidarla y acompañarla “Siete años estuvo enferma, dejé todo. Sólo trabajaba y cuidaba de ella…nadie me lo pidió, era algo que necesitaba hacer”. Una vez que su abuela falleció de a poco fue retomando el canto y sus estudios de derecho.
Todo parecía transcurrir con normalidad pero el 2018 marcaría otro antes y después en su vida; comenzó a tener fuertes dolores en su espalda y perdió la vista. Una tomografía y una resonancia de urgencia le diagnosticaron hidrocefalia producto de un tumor cerebral “cuando el doctor me dijo la palabra tumor, pasé a estar en un estado de abstracción total, a ser una nena de siete u ocho años”, recuerda. A partir de ahí comenzó una seguidilla de operaciones “en el transcurso de cuatro meses me realizaron diez intervenciones quirúrgicas” . Producto de esas operaciones lograron extirparle gran parte del tumor “logré recuperarme bastante rápido y en el año 2019 volví a trabajar”, cuenta.
A esta altura sólo le restaban dos materias para recibirse: Derecho Internacional Público y Procesal Civil. En ese momento la contactaron del equipo de Mejora del Egreso de la Secretaría Académica de la facultad, un programa que busca acompañar, apoyar y colaborar con aquellos/as estudiantes que por distintas razones no han logrado obtener su título “no podía creer que desde la facultad me estuvieran llamando”, y agrega “inmediatamente dije que sí”.
En enero de este año una nueva resonancia determinó que el tumor había vuelto a crecer “yo no me quería volver a operar, no quería volver a pasar por eso, fue muy caótico para mí” recuerda con dolor. En marzo comenzó a preparar la que sería su última materia, Procesal Civil. Fue durante este este proceso que su esposo Francisco la encontró desvanecida sobre la computadora. Los estudios médicos posteriores determinaron que tenían que sí o sí operarla.
“Para mí sos Messi, no podés ser tan valiente” fueron las palabras de su papá Daniel antes de que día 29 de mayo entrara nuevamente al quirófano para que el Dr. Daniel Pithod la operara. Melisa se despidió de toda su familia sin saber qué podría pasar. Luego de una intervención de más de 10 horas, el informe posoperatorio determinó que el tumor ya no existía. “Fue un felicidad enorme” dice, sin encontrar las palabras para describir ese momento tan trascendente.
Ya de vuelta en casa y mientras se recuperaba, se contactó con Ailen (Ferraris), quien sería su compañera de estudio para continuar con la preparación de su última materia “le mostré mi realidad, explicándole que iba a tener que leerme toda la materia debido a los problemas visuales que todavía tenía y accedió sin problemas” cuenta agradecida.
Fue el 28 de septiembre de 2020 cuando finalmente Melisa pudo rendir y aprobar su última materia y recibirse de abogada. “Durante todo este proceso tuve a las personas que necesitaba para transitarlo: mi esposo, mis padres, mi hermana Ayelén, mi abuelo Elio, cuerpo médico, enfermeras” ; y agrega “gracias también a la Facultad, a Ailen Ferraris, Florencia Urrutigoity, Diana Ruiz, María Eugenia Valdez, el doctor Juan Fernando Armagnague”, agradeciendo a todos los que de alguna manera colaboraron para que pudiera cumplir el objetivo de finalizar sus estudios.
“Mi Melisa interna me motivo a seguir adelante”, son las palabras que utiliza para describir la entereza, fortaleza y convicción que tuvo durante toda su vida. Hoy, con la autoridad que su historia le da nos deja un mensaje que seguramente deberíamos tomar “No bajen nunca los brazos”.